Desafortunadamente, las consultoras en igualdad de género nos encontramos constantemente con personas que piensan que actualmente no hay desigualdades entre hombres y mujeres en las empresas. A lo largo de la historia, las mujeres se han enfrentado a numerosos obstáculos para acceder a la igualdad de oportunidades en el mundo laboral, y estas desigualdades siguen manifestándose de diversas formas en las empresas modernas. Es cierto que ha habido avances legislativos y sociales positivos, y que la situación ha mejorado significativamente; pero debemos ser conscientes de que venimos de años de desigualdades profundamente arraigadas incluso en nuestras leyes, además de fuertes estereotipos y creencias que han calado en la sociedad. Por ello, la igualdad de género sigue siendo un reto persistente en el ámbito laboral.

¿Qué desigualdades de género todavía se encuentran en el mundo laboral?

Segregación Horizontal:

La tradicional división sexual del trabajo se refleja en el empleo actual. Por un lado, a lo largo de la historia han existido estereotipos arraigados que nos han hecho creer que el papel de los hombres era el productivo y el de las mujeres el del sostenimiento de la vida (tareas domésticas y cuidado de hijos y personas dependientes). Por otro lado, el hecho de que las mujeres no pudieran estudiar al mismo tiempo que los hombres, sumado a la poca representación femenina en la historia, a pesar de la existencia de figuras importantes (científicas, programadoras, escritoras, etc.) que pudieran servir como referentes para niñas y mujeres, sigue contribuyendo a la segregación horizontal.

Actualmente, esto se refleja en la concentración de mujeres en ciertos tipos de profesiones, áreas o sectores. Las mujeres suelen concentrarse en el sector servicios y en actividades tradicionalmente consideradas femeninas: educación, sanidad, servicios a la comunidad, gestión administrativa, etc. Además, las profesiones y sectores feminizados son aquellos con salarios más bajos, menores posibilidades de promoción y un menor reconocimiento social que las profesiones masculinizadas. En cambio, los hombres predominan en profesiones y sectores con mejores salarios, mayor empleabilidad y buena valoración social.

Segregación Vertical:

La segregación vertical se manifiesta en la distribución desigual de hombres y mujeres en distintos niveles jerárquicos dentro de una organización, concentrándose las mujeres en categorías profesionales y niveles de responsabilidad más bajos, independientemente de su formación y experiencia profesional.

Aunque las mujeres puedan ser mayoría en ciertos sectores, suelen ocupar puestos con menor remuneración y responsabilidad. Por ejemplo, en el sector sanitario, las mujeres son mayoría en el personal de enfermería, pero están subrepresentadas en roles de dirección y toma de decisiones.

Esta segregación vertical está causada por la falta de transparencia en las políticas de promoción, estructuras laborales que dificultan la conciliación, y entornos de poder masculinos que favorecen que sean los hombres quienes ocupen los puestos de mayor valor en el mercado, obstaculizando a las mujeres el acceso a cargos de mayor responsabilidad.

Techo de Cristal:

Estrechamente relacionado con la segregación vertical, el concepto de «techo de cristal» hace referencia a las barreras invisibles que impiden a las mujeres alcanzar posiciones de liderazgo y máxima responsabilidad en las organizaciones. Aunque las mujeres puedan tener la misma cualificación y experiencia que los hombres, suelen enfrentar obstáculos para ascender a roles de mayor influencia y poder. Este fenómeno se debe a prejuicios de género, dificultades para conciliar la vida personal y laboral, y culturas empresariales masculinizadas.

Brecha Salarial de Género:

La brecha salarial de género se refiere a la diferencia promedio en los ingresos entre hombres y mujeres por realizar un trabajo similar o de igual valor. Esta disparidad puede manifestarse en el salario base, bonificaciones, beneficios adicionales y oportunidades de ascenso.

Según la Encuesta Anual de Estructura Salarial de 2019 (resultados publicados en junio de 2021), el salario medio anual de los hombres fue de 26.934,38 euros, mientras que el de las mujeres fue de 21.682,02 euros, lo que representa un 80,5% del salario masculino (brecha del 19,5%).

Doble Jornada y Falta de Conciliación y Corresponsabilidad:

La creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral no ha ido acompañada de una igual incorporación de los hombres al trabajo doméstico y de cuidados, lo que provoca un grave problema de sobrecarga para las mujeres. Este fenómeno, conocido como «doble jornada», impacta negativamente en la calidad de vida de las mujeres y su desarrollo profesional.

Un estudio del Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa” indica que los hombres dedican semanalmente 28 horas al cuidado del hogar y de menores, mientras que las mujeres dedican 43 horas, es decir, 15 horas más a la semana, lo que equivale a 780 horas más al año.

Acoso Sexual y por Razón de Sexo:

El acoso sexual y por razón de sexo sigue siendo una forma de desigualdad de género en el ámbito laboral. En España, un 14,5% de las personas trabajadoras han experimentado alguna forma de acoso sexual en su vida laboral, siendo las mujeres las principales víctimas.

Conclusión

Abordar estas desigualdades requiere el compromiso conjunto de empresas, gobiernos y sociedad. Implementar políticas de igualdad, transparencia salarial y corresponsabilidad, junto con un cambio cultural a través de la educación, es clave para construir un entorno laboral más equitativo y justo.


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