Este domingo se celebra el Día de la Madre. Una jornada que, como tantas otras fechas señaladas, ha evolucionado con el tiempo y merece una mirada más profunda. Más allá de las flores y los mensajes tiernos, que también son importantes, este día puede ser una oportunidad para reconocer la maternidad en toda su complejidad, y también para cuestionar qué estructuras dificultan la experiencia de ser madre hoy en día.
El origen del Día de la Madre tal como lo conocemos proviene de los Estados Unidos, donde a principios del siglo XX se comenzó a institucionalizar como un homenaje a las madres, impulsado por activistas como Anna Jarvis. Con el tiempo, la celebración llegó a muchos países, se fijó la fecha en diferentes momentos del año según cada cultura, y fue adquiriendo un carácter más comercial. En España, desde 1965, se celebra el primer domingo de mayo.
La maternidad, entre mandatos de género y realidades diversas
Aún hoy, la maternidad sigue marcada por mandatos de género: se espera que las mujeres sean cuidadoras principales, que pongan las necesidades de los demás por encima de las propias y que encuentren la forma de encajarlo todo. Esta idea de la “madre abnegada” o de la “madre superwoman” es injusta e insostenible. No todas las madres tienen los mismos recursos ni redes de apoyo, y no es necesario ser una superheroína para ser una buena madre.
Afortunadamente, algunas estructuras laborales están empezando a cambiar. La entrada masiva de las mujeres al mundo laboral ha obligado y permitido repensar cómo trabajamos. El teletrabajo, la flexibilidad horaria, las ayudas económicas para guarderías, las bajas por maternidad y paternidad más largas, los permisos por cuidado, o incluso los seguros de salud para familias son avances importantes en la conciliación, pero aún insuficientes.
Hacia una conciliación real y una crianza compartida
La conciliación sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente para las madres. Y aún más para aquellas que son madres solas, trabajadoras precarias o migrantes. Por eso, debemos dejar de ver la conciliación como un «favor» que hacen las empresas, y empezar a entenderla como una responsabilidad colectiva, ya que hoy en día no debería ser necesario renunciar a la carrera profesional para querer tener una familia.
También es fundamental educar con perspectiva de género y promover la corresponsabilidad en la crianza y las tareas del hogar. Muchas familias ya lo hacen, repartiendo los cuidados y las obligaciones de manera más equitativa. Pero aún no es la realidad mayoritaria. Por ello, es necesario seguir impulsando una transformación profunda de los valores sociales. Cuando educamos en igualdad, contribuimos a un futuro donde la maternidad no implique renuncias, sino que forme parte de un proyecto compartido y digno, donde cuidar no sea solo responsabilidad de las madres.
Feliz Día de la Madre, con todas sus realidades
Este Día de la Madre, celebremos a todas las madres. A las que crían solas, a las que lo hacen en pareja, a las que están cansadas, a las que no pueden permitírselo, a las que dudan, a las que han tenido que hacer renuncias, a las que trabajan y a las que no, y también a las que han encontrado una forma de maternar con libertad. Reconozcámoslas, no porque lo hagan todo, sino precisamente porque no deberían tener que hacerlo todo.
Y sobre todo, aprovechemos la ocasión para seguir transformando las estructuras sociales, laborales y culturales para que maternar deje de ser una carrera de obstáculos y se convierta en un proyecto de vida compartido, libre y respetado.
Feliz día, a todas las madres.